Una vez en su
casa, Selene saludo a su hermano y su padre, aun sin saber quien era
quien. Entro en su habitación. La observo. Abrió el armario, miro
su ropa. Abrió el primer cajón que había en el armario. Vio un
uniforme de escuela. Lo cerro. Abrió el siguiente. Camisetas. Lo
cerro. Y abrió el ultimo, pantalones cortos y camisetas de verano.
Hacia frió Se sentó en un escritorio que había Abrió el primer
cajón, cogió una agenda de escuela. La abrió por el ultimo día
que había escrito. El 29 de octubre. Viernes. Al final de ese día había escrito: 'mañana' y al lado un pequeño corazón. Dejo la
agenda encima del escritorio. Abrió el ordenador. Lo encendió, pero
no pudo acceder. Tenia clave. Lo cerro. Se asomo a la ventana. Una
ventana en la muchas veces antes, había estado asomada esperando. Una
ventana llena de muchos secretos. Secretos, de los cuales ella no se
acuerda. Historias que tendrá que volver a vivir. Se aparto de la
ventana y fue a el comedor.
A los pies de
esa ventana. Sin que ella pudiera verlo, el la observaba. La veía,
como muchas veces antes la había estado esperando ahí. A que ella
bajara e irse a mil por hora. Irse muy lejos. Lejos. Muchas veces.
El, que solo quería divertirse. Y demostrarle a ella que no se
enamoraría. Pero finalmente, cayo. Poco a poco y sin darse cuenta,
se enamoro. Termino locamente enamorado de esa, 'niñita loca' como
el le decía. Se fue de ahí, como muchas otras veces. Pero esta vez
no llevaba a nadie detrás. Iba solo. Llego a su casa. Su madre
estaba sentada en su despacho. La saludo de dio un beso, y se fue a
su habitación. Había pasado una semana, una semana que para el se había sido como una eternidad. Se tumbo en la cama. Cama en la cual,
algunos días habían estado el y Selene tumbados viendo alguna
película.
+Diego, Diego.
-Si, mama.
Se incorporo.
+¿Hoy no
sales?
-No mama.
-No mama.
+Bueno, yo voy
a hacer la compra.
La madre se dio
media vuelta, pero se volvió a girar.
+¿Quieres que
te...?
-¿Te puedo
acompañar?
+Si, claro.
La madre se
sorprendió. Nunca antes su hijo le había dicho si la podía
acompañar a... nada.
En el coche, su
madre y Diego.
+Diego, ¿como
esta esa muchacha? ¿Selene?
-Si.
+Hace días que
no la veo.
-Esta bien, hoy
la he visto. Mama, cuando volvamos a casa. ¿Podemos hablar?
+Si claro.
Diego cerro los
ojos. Se acordó de cuando fue a el hospital. El padre de Selene no
la dejo casi pisar el hospital.
+No, muchacho.
-¿Que? Déjeme
pasar. Quiero verla.
+No, ya se
puede olvidar de mi hija. No quiero volver a verle cerca de mi hija.
Por tu culpa, ella esta en esa cama. En coma. Sin saber cuando
despertará, si es que despertara.
Diego salió
del hospital. Ese día no pudo verla. Pero dos días después,
sabiendo que su padre no iba a estar en el hospital.
Entro a la
habitación 315. Estaba su madre. Se dio media vuelta.
+No, no te
vayas. Pasa, si lo que quieres es verla.
Se giro, y
cerro la puerta. Dio un par de pasos y se acercó a su madre. Su
madre se levanto.
-Gracias, ¿como
esta?
+No lo se. Solo sabemos que esta ahí, que duerme.
+No lo se. Solo sabemos que esta ahí, que duerme.
-Gracias por no
tirarme, como hizo su marido.
+De nada. Yo no
te culpo. Se que si mi hija, se subió a esa moto contigo en la
carrera, fue por que ella quiso. No por que tu la obligaste.
-Nunca la
obligue a nada que ella no quiso.
+Lo se. Ella me
lo contó todo.
-No puedo estar
aquí. Tu marido me prohibió que me acercara a su hija. Lo único
que quiero ahora es que este bien. Me da igual si me tengo que ir
lejos o quedarme.
A la madre de
ella la llamaron.
+Mi marido va a
venir.
-Le puedo pedir
un favor.
+Si, claro.
-Si pasa algo
avíseme. Por favor.
+Por supuesto.
Diego le dio un
beso en la frente a Selene y volvió otra vez a la realidad.
+¿Que te pasa?
-Nada.
Aparcaron, la
compra fue en silencio. No hablaron mucho, apenas alguna palabra de
que comprar. Otra vez en su casa. Su madre guardo la compra, el se
sentó en el sofá.
+¿Que te pasa?
-Nada.
+¿Vamos a
cenar a algún lado, o aquí?
-Prefiero aquí,
porque quiero que hablemos.
+Esta bien,
¿pedimos una pizza?
-Bien.
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